En toda enfermedad de celos se produce una especie de paranoia . El paranoico es una persona que por definición jamás se equivoca (según él), pues su percepción distorsionada de las cosas se las hace percibir así, deformadas, y nada ni nadie podrá convencerle de lo contrario. Esa percepción consiste en una fijación de determinadas ideas o de un orden de ideas, que quedan como ancladas en lo profundo de su personalidad, y nada las remueve de ahí. Todo lo que el sujeto perciba pasará por el filtro de esa curiosa fijación cognitiva, y quedará coloreado de sus distorsiones peculiares. Si él/ella está persuadido de que su pareja le quiere engañar, no habrá modo de convencerle de lo contrario: todo lo que suceda lo interpretará de forma que se convenza más y más de que está en lo cierto, y de que su sospecha de infidelidad se confirma a cada momento. Para el celopático todo sirve de prueba que pone en evidencia el engaño de que es víctima.
Parece que sólo hay un modo de que el celoso deje de serlo: cuando su sufrimiento ya es demasiado grande y no lo puede soportar. Es entonces cuando posiblemente acudirá en busca de ayuda. Porque las personas enfermas de celos necesitan ayuda. Es muy difícil que una pareja, donde una de las partes se siente acosada por los ataques de celos, pueda salir por sí misma de esa situación. La vida entre esas personas se hace a tal punto insoportable que o bien terminarán la relación, o bien han de someterse a terapia para poder hacer frente al problema. Si la víctima de los celos cede a las exigencias del celoso, la situación empeora, pues las obsesiones de este son inagotables, se suceden una tras otra, y cada vez será más intransigente en sus exigencias. Así, si la víctima ha cedido, y deja de salir a tal lugar, o ya no llama a nadie por teléfono o no recibe llamadas, o deja de vestir tal ropa, esto, lejos de tranquilizar al celoso, le hace más paranoico todavía: ahora tendrá celos hasta de lo que el otro está pensando. Ceder a las exigencias del celoso es caer en una espiral que no termina nunca.
¿Qué se esconde detrás de esta mentalidad del celoso, detrás de sus pensamientos obsesivos? Dependencia afectiva y falta de autonomía. En el fondo de sí mismo, el celoso esconde una personalidad débil, dependiente, insegura, carente de autonomía. Es un pequeño niño que no soporta la idea del abandono, la idea de que le dejen solo. Y su autoestima es tan baja que siente (quizá en forma inconsciente) que cualquier otra persona le puede arrebatar su tesoro, pues cualquier rival vale más que él/ella.